Entrevista con Anabel Rodríguez: cine feminista y social

Anabel Rodríguez Ríos es comunicadora social graduada de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas en venezuela, y egresada de la London Film School.

Dirigió el documental “Érase una vez en Venezuela, Congo Mirador”. El documental narra la historia de un pueblo otrora próspero, conformado por palafitos movibles [casas que descansan sobre pilotes o columnas, construidas sobre cuerpos de agua tranquilas como lagos y lagunas], y muy lejano de la idea de la pequeña Venecia (de allí viene el origen del nombre de Venezuela).

El pueblo se “sedimenta” con la división política que ha dejado el caos de la dictadura chavista y con el cambio climático que hace estragos y a todos nos afecta.

En esta obra, cada venezolano se ve reflejado en las aguas de la cuenca del Lago de Maracaibo, cada uno es tocado por esa sociedad matriarcal que sigue reinando en Venezuela. Es la historia de Tamara Villasmil, la líder del partido de gobierno y la joven maestra del pueblo, Natalie Sánchez, una tímida opositora que también recoge conchas de mar para hacer souvenirs del Congo Mirador.

JEVAS COMBATIVAS habló con la cineasta y conversamos sobre sus inicios, el feminismo y los proyectos en los que está trabajando. 

JEVAS COMBATIVAS: ¿Por qué te dedicaste al cine?

ANABEL RODRÍGUEZ RÍOS: Desde adolescente me dispuse a vivir en el arte. Comencé estudiando y haciendo teatro, y desde allí, continué amando el cine. Fue en un taller de cine documental con Rafael Marziano y Franco de Peña, cuando tuve contacto con el arte del cine documental. En ese contexto grabamos en 16 milímetros mi primer cortometraje con el nombre “Y de noche se llama Jimmy Coffles” sobre un cantante de la calle quien al momento de cantar lo hacía con la entrega de Jimmy Hendrix. Vivía en Las brisas de Propatria, un barrio de Caracas. Allí estuve en su casa algunos días. Esa experiencia no sólo me hizo ver una realidad de la Caracas de principio del 2000 que no conocía, la de la gente más vulnerable de la ciudad, sino que, además, me hizo sentir la potencia del arte del cine.

La cineasta venezolana Anabel Rodríguez Ríos dirigió el documental, “Érase una vez en Venezuela, Congo Mirador”, una pieza en la que cada venezolano se ve reflejado en las aguas de la cuenca del Lago de Maracaibo./Lisbeth Salas

Desde entonces, dediqué mis esfuerzos a procurarme una beca para estudiar cine y tras mucho trajín mío, de mi madre, de mis tutores de tesis, logré la beca y así estudié en Londres. Allí se abrió un vasto mundo del arte para mí, además de una realidad de vida y económica duras y maravillosas al mismo tiempo. Allí entendí que el tipo de cine que quería hacer debía ser social, pero, antes que nada, debía ser cine de arte.

JC: ¿Qué te dejó Congo Mirador?

ARR: Al Congo Mirador, yo y todo el equipo que hicimos la película, le debemos una profunda gratitud, pues habiendo obsequiado su historia de desintegración a nosotros y al mundo, nos abrió el entendimiento sobre lo que puede ocurrir cuando en la sociedad nos dejamos manipular y dividir. Es la autodestrucción y allí los únicos que se benefician son los que tienen el poder político y económico. Yo en lo personal, sigo ligada a su gente y, de hecho, es mi deseo poder hacer una película sobre sus personajes, años después. Sería interesante y estremecedor conocer esas historias de vida, y a través de ellas, poder conocer el destino incierto de Venezuela.

Sobre el feminismo: Es un movimiento que ha sido muy necesario para darnos cuenta que las mujeres somos una red de apoyo que trascendemos clases sociales, países, continentes, y nos hace hermanas./Lisbeth Salas

JC: ¿Qué le dices a las mujeres jóvenes latinoamericanas que quieren ser cineastas?

ARR: A las que se inician en este camino del cine les sugiero “¡qué aprieten porque lo que viene es Candanga!” Es una ocupación que requiere determinación en llevar a cabo una visión y cuentos que pujan dentro de uno y quieren salir para comunicarse con el mundo, y requiere amor hacia ti misma y hacia los otros. El resto amigas, en mi opinión, se aprende en la práctica. Si tienen una historia que puja por salir, busca a tus amigos y grábenla con celulares, con los micrófonos manos libres, con lo que tengan disponible, instrúyanse con libros y tutoriales online sobre cómo hacer un guión, y empújense a hacerlo. Eso sí, si tienen la aspiración de ser profesionales, hay que ponerse con dedicación a aprender, y buscar manejar desde las artes sobre cómo contar una historia, hasta el manejo técnico y conceptual de una cámara, un sistema de edición. Hay muchas escuelas de cine excelentes disponibles en nuestro continente. Creo que vale mucho la pena cursar la escuela, pues además de ser un aprendizaje, uno se consigue con su generación en un ambiente de diversidad de culturas, lo cual abre la mente enormemente.

JC: ¿Qué opinas del feminismo?

ARR: Es un movimiento que ha sido muy necesario para darnos cuenta que las mujeres somos una red de apoyo que trascendemos clases sociales, países, continentes, y nos hace hermanas. Ha sido muy reconfortante haber vivido años estelares de la hermandad femenina. Estéticamente, sí considero que hace falta seguir creando mito y reflexión en torno al alma de mujer, al espíritu de lo femenino. Por cierto, uno de los grandes reveladores del alma femenina en mi opinión, es Shakespeare, quien en los mil quinientos escribió personajes tan complejos como Lady Ana, Lady Macbeth, ¡Ofelia! En lo personal, tengo una escucha permanente hacia el trabajo de la grande Clarissa Pínkola Estés, sí, la de “Las mujeres que corren con los lobos”. Incluso para el trabajo que hago, me nutro mucho de la revisión de cuentos que hace Clarissa, pues me interesa ver los arquetipos que ella nos presenta.

JC: ¿Para ti ha sido un obstáculo ser mujer en tu profesión?

ARR: No realmente. El mayor obstáculo ha estado en mi propia batalla interna por conseguir mi voz, por conseguir un lenguaje y una forma de comunicarme. De hecho, en ese proceso para conseguir la confianza en mí misma, he contado con el apoyo de esa hermandad de mujeres cineastas que realmente trasciende continentes. Vale mencionar la comunidad de cineastas documentalistas que se forma alrededor del IDFA (Instituto de Cine Documental de Amsterdam), la comunidad de Women Make Movies y de Chickens and Eggs, ambas en Estados Unidos, y comunidades que no están establecidas pero que implican la complicidad y solidaridad entre mujeres, todas ellas han sido un apoyo invaluable que me ha ayudado a seguir.

JC: Cuéntame sobre tus nuevos proyectos

ARR: Como todo cineasta, llevo a cabo el desarrollo de varios proyectos, todos en Venezuela. El hecho es que decidí dedicar mi vida de narradora a contar lo que nos ocurre como sociedad. De estos proyectos puedo escribirte sólo de algunos pues otros revisten situaciones complejas y riesgosas, propios de la Venezuela del presente. Uno de estos proyectos de los que sí puedo hablar se refiere al legado de un arquitecto quien dedicó su vida a grabar a cultores populares venezolanos durante cincuenta años. Se trata del legado de Oswaldo Lares, quien impresionado por la Fiesta de la Tradición -un gran evento organizado por Juan Liscano y con el cual se iniciaba la democracia en Venezuela bajo el gobierno del escritor Rómulo Gallegos- inició toda una vida dedicada a entender su identidad y que lo llevó a conocer a seres espléndidos como el arpisto El Indio Figueredo, a las míticas madamas de El Callao como Lulú, Isadora. Es de hecho a partir de las grabaciones de Oswaldo que conocemos ritmos y personajes de la tradición venezolana que de lo contrario no conoceríamos.

JC: Me hablaste sobre un el taller que vas a dictar en línea. ¿Cuáles son los detalles?

AAR: Se llama “De la idea a la imagen” son una serie de charlas que daré en tres fechas, 29, 31 de agosto y 2 de septiembre. A partir de mi propio aprendizaje, compartiré los principios que uso para conceptualizar una historia y llevarlas a una sinopsis, un tratamiento, un logline, incluso, un teaser. Revisaré la lectura de los libros fundamentales que me acompañan en el camino para observar, digerir e interpretar las realidades que escojo contar.

También revisaremos Érase una vez en Venezuela en cómo fue su conceptualización. Partiré por narrar sobre cómo fue nuestro proceso en Érase una vez en Venezuela para conseguir la historia: allí quiero dar ideas sobre cómo se puede planificar una investigación; desmitificaremos la palabra mágica: estructura. Allí busco dar luces sobre cómo esbozar una sinopsis, un logline y un tratamiento; y charla final sobre el proceso de conseguir la primera imagen de nuestra película y con ello crear una primera pieza audiovisual dirigida tanto al levantamiento de fondos para una futura película como para ayudarnos en el proceso y así entender hacia dónde va la historia de la película que queremos contar.

Johani Ponce

Johani Ponce es una periodista venezolana radicada en Miami, Florida.

https://jevascombativas.com/autor/johani-ponce
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